jueves, 13 de diciembre de 2012

TORMENTAS SOLARES: Nuestra gran oportunidad? (Que nunca haya ocurrido algo, no significa que no pueda ocurrir…)


Retomando el discurrir de mis pensamientos entrecruzados de aquellos días, a mitad de otoño, cuando se desencadenaron los ciclones americanos, y lo que me sugirió un tiempito más tarde el visionado de un documental sobre tormentas solares, me permito ahora contar esta historia, o si lo prefieren, inventarla. Una historia que, antes de reflexionarla, surgió de un modo instintivo en mi, inmediatamente, como un ‘latido’. Y cuando eso ocurre y mi cerebro racional se alinea con ese latido, con esa certeza intuitiva, todo encaja y se confirma en la realidad.

Y no quiero decir que esto sea verdad, sólo una aportación a las distintas visiones…
Quiero ahora referirme especialmente al paso de “Sandy” por la costa este norteamericana, por eso de que hasta hace muy poco solo arrasaban a los hermanos del sur y esto resulta muy llamativo. En los últimos tiempos, el país que había sido el paradigma del ‘progreso’ y el ‘desarrollo’, invencible en todos los campos –junto con sus parientes europeos- ve caer sobre sí una de las maldiciones de los pobres de la tierra y la arrasada NewOrleans -quizás por negra, criolla y pecadora-, junto con sus vecinas del golfo, se convierte con el tiempo en una advertencia, un aviso de lo que está por venir y por descubrir (no olvidemos la gestión del desastre, la negligencia, la lenta ‘reconstrucción’, etc. en el país más poderoso de la tierra, el que intenta urbanizar el espacio sideral).
Y ahora golpea nuevamente y la ira de los elementos cae implacable y lo hace, atención! en NewYork, casi el centro del universo capitalista. Y lo que en el Sur es noticia climática repetida con su morbo casi cada año, allá es pura conmoción, inconcebible realidad arrasadora que pone de manifiesto la tremenda fragilidad del “desarrollo”: basta un vendaval endemoniado y unas lluvias furiosas para que toda la ciudad colapse y se venga abajo. Vuelve a mí una más o menos recurrente idea: si hubiese un boicot sincronizado –o escalonado, como sea- en los tendidos eléctricos de los puntos estratégicos del planeta, mayormente situados al norte, como es obvio, provocaría un caos inmediato. La alta tecnología que rige hasta el más mínimo de nuestros gestos marcando la ‘diferencia’, la misma que sustenta su total hegemonía, sería su ‘perdición’, su propia trampa, metáfora de la justicia divina.
Pensando, reflexionando, divagando, especulando… de pronto se presenta ante mis ojos un documental acerca de las tormentas solares. No voy a hablar de ellas en detalle, entre otras cosas por ser profana en la materia, pero recojo unos cuantos datos: casi continuamente el sol lanza unas llamaradas espectaculares, erupciones y ‘eyecciones’ de masa(coronal?) regulares y las regala indiscriminadamente por dondequiera, expulsando cientos de miles de partículas cargadas, algunas de las cuales van directamente en dirección a la tierra a tal velocidad que es muy difícil preverlas, y desencadenan potentes campos magnéticos, la mayoría de los cuales son repelidos por la magnetosfera, pero unos pocos pueden atravesarla sobrecargando la red eléctrica, después de haber achicharrado por el camino satélites y demás artefactos espaciales. Resulta que, en los polos norte y sur hay como un agujero donde la magnetósfera deja desprotegido el planeta; por ese agujero -y eje que los comunica(?)- es por donde se cuelan los campos magnéticos, en un patrón toroidal(?, me encanta introducir al toroide en el asunto. De todos modos, no voy a extenderme en esto del agujero y el toroide, pese a que me ‘atrae’ un montón… pero mi comprensión se ve limitada por mi desconocimiento, baste cierta claridad en el conjunto y el hecho de sus efectos, la observación del fenómeno…).
La cuestión es que cada vez que una tormenta solar tiene suficiente magnitud y ‘pilla’ -o sorprende- a la tierra en la posición necesaria, su efecto puede ser bastante devastador… según desde dónde se observe, naturalmente; y también del observador... De cualquier modo, el efecto es casi inmediato, un poco escalonado quizás: redes eléctricas fulminadas y consiguiente interrupción de las comunicaciones. Además, como prácticamente la totalidad de actividades que configuran la vida en la tierra, están supeditadas a la electricidad, todo el sistema empezaría a derrumbarse: combustible, transporte y abastecimiento de agua; comercio; toda la maquinaria productiva y administrativa, y las tecnologías que la hacen posible y la sostienen; la atención sanitaria se vería seriamente afectada y, rápidamente, cesaría el acceso a los alimentos y miles de etcéteras que sería muy largo nombrar.  Pánico, terror –suicidios???- ante el súbito, irreversible e ‘injusto’ ‘apagón’ en la gran ruleta del mundo y su parafernalia incomprensible al servicio del enorme casino financiero y su mafia dirigente con sus billetes de mentira y sus fichas de juguete, un simple apagón con un poder de devastación infinitamente mayor que cientos de miles de misiles, tanques, incluso bombas nucleares o cualquier sofisticado armamento de nueva generación… (qué penita!)
En definitiva, colapso inmediato y hundimiento de la economía, caos... Pasar en muy poco tiempo de la era espacial a la edad de piedra, y revertir la situación costaría años y años (y en mi opinión, sería afortunadamente imposible).
Así resulta que, desencadenado el problema con el sol, quien corre verdadero peligro, quien es realmente vulnerable y se revela absolutamente frágil es el soberbio y todopoderoso ‘norte’, el decadente ‘occidente’ que había llevado a cabo el ‘progreso’ de la humanidad. Y justamente los países más afectados serían los que conforman ese ‘eje del mal’ real donde se toman las decisiones y de dónde proceden la mayor parte de nuestros problemas: USA, buena parte de Europa –Rusia incluída-, China quizás… Y como los españoles no éramos considerados europeos sino el norte del Africa, por una vez nos resulta ventajosa esa situación, porque parece que nos afectaría muy poco.
Hay constancia de la mayor tormenta solar registrada en 1859 –aunque la actividad del sol no cesa, parece que se rige por ciclos de 11 años en los que es más fácil la aparición de la ‘tormenta perfecta’-, que afectó sobre todo a Inglaterra y colapsó su red telegráfica, la abrasó, y otra de menor intensidad en el año 1989 en Canadá que provocó un apagón de 24 horas, con el consiguiente desbarajuste.
Entonces, pensando en el comentario del narrador del doc., acerca de lo que esto significaba para el mundo -colapso y caos-, entendí que, al referirse al ‘mundo’ lo hacía de manera parcial, obviando las zonas ‘subdesarrolladas’, que no tienen otra entidad que la de despensas y almacenes, proveedores gratuitos de inmensos recursos naturales que las más ricas roban y atesoran.
Es curioso, porque la voz en ‘off’ que narra el cuento, describe un escenario de caos y pillaje, el colapso de la parte ‘importante’ del planeta, esa que vive en la cuerda floja y la fragilidad de las bases que lo sostienen. Y olvida que existe la otra parte del mundo, la que nada cuenta, la que ‘nada’ tiene. Como si no existiera de manera autónoma en el plano de la vida en el planeta y sin tener en cuenta una diferencia fundamental. Y es que los que nada tienen nada pierden, sólo pueden ganar. Que a los pobres, los parias de la tierra, se les presenta con ello su gran oportunidad de crecer y recuperarse, con el conocimiento de todo aquello que no deben repetir, de los errores a evitar para ocupar con armonía y respeto su lugar bajo el sol. Un sol que, como quiera, es el que propicia y hace medrar la vida en nuestra MadreTierra.
Añadiendo un tinte romántico y ensoñador, imagino el espectáculo impresionante y magnífico, quizás inquietante, de esas llamaradas y la posterior puesta en escena de unas auroras que podrán verse por todo el planeta, con un tinte y energía sedantes, un holograma de calma y amor, transmitiendo la sensación de contemplar el nacimiento de un nuevo mundo, y eclipsando la humareda lejana que va dejando el fin de ese otro mundo imposible
Y pensando, divagando, especulando, llego a la conclusión de que el imperio de los amos del universo vive sometido a una nueva y poderosa amenaza ante la cual se encuentra inerme, en esta cadena de eventos de diferente naturaleza que van anunciando su extinción… A mi entender, son cuatro las ‘señales’, los síntomas, los puntos débiles:
1 - Autodestrucción de la cúpula/élite dominante, luchas internas por el poder
2 - Despertar exponencial de la conciencia global, con su aporte a través de la creación de alternativas viables que desequilibren la relación de poder
3 - Complicidad de la madrenaturaleza y el clima, hasta del discurrir de la historia: es ahora, es aquí, es YA
4 - La cantidad de información muy importante que se está liberando respecto de sus actividades más oscuras –creo que alguien ‘trabaja’ desde adentro- y la cantidad de conocimiento que se está socializando y compartiendo, de modo cooperativo, creando inteligencia y creatividad colectivas como arma poderosísima. Algo se les ha ido de las manos, la maquinaria perfecta y sofisticada ha hecho aguas, se han sobrestimado…
Todo coincide, no hay casualidad, es una conjunción cósmica :hasta el sol y el universo entero ‘conspiran’ para que se imparta justicia en nuestro mundo y haya al fin la posibilidad de construir uno nuevo que siga el curso y los ritmos de su propia naturaleza
Y pensando, pienso que al fin ya nadie podrá controlar nuestras vidas y que cada una dispondrá de su porción de aire, agua, tierra y fuego que alimenten y calienten nuestros corazones unidos por el amor, para dar sentido a nuestro caminar y al espacio que tenemos reservado como seres humanos.
Y sintiendo ya otros mundos posibles, viviéndolos, digo a esceptic@s desconocedor@s de ello:
Que nunca haya ocurrido algo, no quiere decir que no pueda ocurrir alguna vez, que no pueda ocurrir nunca…que no pueda ocurrir YA
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* Añadir mi absoluta creencia en la gran ‘conspiración’. No creo que sea tan descabellada teniendo en cuenta que, remontándonos a la época que queramos, toda la historia es una historia de conspiraciones. Desde el momento que se establece el poder de unos hombres –pocos- sobre otros –muchos-, ahí mismo nace la conspiración.